jueves, 30 de abril de 2020

Leo y Amelia

“De repente es como si me hubieran dicho tenía que ponerme al volante de un Ferrari” C.


A todos esos niños y niñas con ese universo que es un auténtico Big Bang.


Él es Leo.
Sus papás siempre cuentan que al nacer ya tenía los ojos bien abiertos y la cabeza bien erguida.

Ella es Amelia.
Las amigas de su mamá comentan con ella que su mirada ya de bebé era una mirada anciana que sugería sabiduría.

Leo quiere ser científico.
Amelia suspira por ser bailarina.

A Leo le gusta dibujar en colores vivos y variados.
Soñar con las estrellas,
y con fósiles,
y los doscientos tipos de dinosaurios que se sabe,
y con el Big Bang y los agujeros negros.

Amelia se pregunta donde viven las mamás el de los personajes de sus cuentos y llora si a un amigo suyo le pasa algo feo. Defiende lo que considera justo y protesta por lo injusto en casa, en el colegio y en el parque.

A Leo le molestan mucho los ruidos muy fuertes, los petardos, los fuegos artificiales, la megafonía de las fiestas. Se tapa los oídos y cierra fuerte los ojos deseando que se termine.

Y aunque nunca se lo cuenta a nadie lleva dos calcetines de pares diferentes en cada pie, vueltos del revés porque le molestan las costuras.

Leo se pasa horas y horas entre puzzles y piezas de construcción.
Él piensa en números y pregunta a su mamá qué es el alma.

Amelia baila con las olas, siente música en todas partes y se cuelga de los árboles en verano.
Ella le dijo a su mamá que dormir le quitaba tiempo para jugar.
Leo se aburre en clase y se imagina historias.
Amelia en su pupitre no sabe parar y a veces siente que no encaja. .

Las emociones las sienten ambos tan intensas que casi les engullen como la ola de un tsunami.

Leo y Amelia no se conocían hasta que un día enredados en sus bailes y sus números se chocaron. Se miraron y sus miradas se reconocieron. No tardaron en hacerse amigos esa tarde.

Y hablaron y hablaron. Y jugaron y jugaron.

Empezaron a contarse cosas a trompicones, deprisa y Leo descubrió que él bailaba con los números y Amelia que sumaba ritmos con su cuerpo al compás de la música.


Leo y Amelia decidieron seguir juntos el camino de sus sueños.

Caminaron,
Preguntaron,
Aprendieron.
Caminaron,
Preguntaron,
Aprendieron.

Así cientos de veces. Miles de veces. Cientos de miles de veces.

¿Leo? Leo es investigador en el acelerador de partículas, escudriña el corazón de las cosas.

¿Amelia? Amelia es primera bailarina en el Albert Music Hall y emociona cada noche.

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