Microrelato.
Nueve de la mañana de un viernes. El cielo azul profundo y despejado anuncia un grandioso día de verano. El último del mes de julio.
Ël, negro como el tizón, sonrisa socarrona, cuerpo salsero y la gracia reflejada en la manera de llevar su gorra la ve salir de la tasca.
Ella, sonriente y enérgica parece que se dispone a comenzar su fin de semana o quien sabe si sus vacaciones por la despedida del camarero desde la barra, cuando él la espeta: - Y que la fuerza te acompañe, guapa.
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