lunes, 1 de junio de 2009

Por qué

Por qué ya no paseamos cogidos de la mano.
Por qué se fueron los besos robados.
Por qué se apagó tu mirada apasionada
y por qué desaparecieron las conversaciones largas.
Por qué apenas me miras cuando hablas.
Por qué ya no bailamos.
Por qué ya no susurramos.
Por qué no resuenan las carcajadas en nuestra vida.
Por qué echamos de casa a la alegría y se instaló, a cambio, la rutina.

Me siento esclava de mis días lentos y serios.
Esclava de la ley de la gravedad.
Esclava de un espejo que prefiero no mirar.
Esclava de unas sensaciones perdidas en las esquinas de casa
un día cualquiera sin determinar.
Esclava de horas de silencio y soledad.
Esclava de unas caricias que nos dejamos de regalar.

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