martes, 13 de marzo de 2018

Aprender el arte de narrar con Ana Griott

- Ven - me dijeron. 
- Viene a contarnos cuentos para mujeres una narradora. Ven, no te lo puedes perder. Encenderemos las velas, nos reuniremos arropadas por la noche y escucharemos cuentos tradicionales. Ven, tienes que verla y oírla -.

Y así lo hice. Y es lo que tienen estas chicas libreras ya amigas, que no fallan.

Fui. El ambiente, el espacio, la compañía cómplice y ella protagonista en el centro, regalando cuentos de aquí y allá, con la mejor de sus sonrisas o como confiesa ella con sencillez, "con la mejor versión de sí misma".

En un momento dado, durante un cuento de esa primera vez, extendió el brazo y la palma, dejándola cara arriba, mostrándola, en actitud abierta... el gesto acompañaba la narración de cómo un personaje abría una puerta. Llenaba el espacio, se palpaba el cuento.

Esa noche abrió la puerta de la narración para mí. Me encandiló de principio a fin y cada visita que ha hecho a mi ciudad, allí he estado para disfrutarla una y otra vez. Siempre descubriendo matices, redescubriendo cuentos, sorprendiéndome una y otra vez de la capacidad de unión que levanta un cuento contado. Nos hace oyentes iguales, nos cuenta verdades en presente y nos hace aldea única a todo, absolutamente todo el globo terráqueo sin mares ni fronteras que nos diferencien. Aldea rica en culturas pero con simples variantes de los mismos cuentos y leyendas para recordarnos, quienes somos, de dónde venimos y como he escuchado estos días "ayudarnos a transitar seguros por nuestros propios caminos".

Durante estas dos últimas semanas la narradora ha vuelto. Esta vez con una maleta cargada de libros y saberes. Esta vez ha venido a mostrar, a enseñar, a tejernos a todas y cada una de nosotras, nuestro primer traje de narradora. Grupo de la escuela Griott.

Un grupo de mujeres, heterogéneo, curioso, risueño, cómplice que ella ha unido desde el primer segundo en el que comenzó este "laboratorio de cuentos". Abrió su maleta, su corazón, sus experiencias y su saber, salpicado de anécdotas, emociones, recursos y datos. ¡Qué maravilloso universo el de la narración! Qué riqueza, cuanta reflexión a través de lo que se narra sobre la Humanidad. 

Para poder escribir todo lo que estoy viviendo debería dejar que el "runrun" que me provoca reposara unos días más. Que macerara toda la experiencia completa, la volviera del derecho y del revés. Con los días, ya pausada, ya tranquila, escribirla, despacito.

Sin embargo mi cabeza bulle de ideas, de claves, de recursos, de ritos y sobre todo de ganas de contar. Contar, contar y contar. 

¿Y quien es ella? quién es ella... siempre lo pienso cuando la miro. Es Ana Cristina Herreros, es Ana Griott. ¿Será Anita o Anina para alguien? ¿Cuánto de Ana Cristina? ¿Cuánto de Griott? ¿Cuánto de académica, de editora, de narradora, de mujer, de viajera empedernida y observadora, de escritora, de estudiosa? Todas y cada una salen a la palestra entre explicación y explicación. Entre anécdota y anécdota, entre narración y narración.

Y en cada sesión de este laboratorio, tras ella... nosotras, cada una con sus inseguridades, sus preguntas, su experiencia previa o no, su exposición al abismo de la que cuenta... por primera vez  o no, para regalárselo al público presente. Deseando conectar.

Y ella, sonriente, positiva, poniendo en valor nuestro esfuerzo y nuestras ganas, porque para ella, todas contamos ya, todas sabemos contar, todas tenemos qué contar.

Faltan unas horas para culminar nuestra sesión en este grupo con tanta ilusión. Esta tarde apuraremos, absorberemos, nos dejaremos el alma escuchando, aprendiendo. Esta tarde, una a una, durante unos momentos nos pondremos nuestro nuevo traje de narradoras, nos erguiremos con nuestras emociones y con cada gesto, daremos nuestra mejor versión, para que quienes nos escuchan sientan, en presente, la verdad del cuento. Tal y como ella nos está mostrando.

Narrar es un arte y es un arte mayor que no deberíamos olvidar, que no nos podemos permitir olvidar ni apartar. Nos acerca a nuestros mayores, devolviendo su memoria, su voz. Nos acerca a los pequeños, enseñándoles, mostrando que lo que intuyen, lo que buscan es cierto y les es debido, como la restitución de la justicia, el poder del humor y lo que verdaderamente significan los monstruos, que no son lo que siempre temí de cría entre las sombras de la noche en mi cama sino lo que he escuchad de boca de Ana.

Narrar me parece todo un nuevo mundo dentro del cual solo he dado mis primeros pasos pero si te dicen que tienes algo que contar y piensas para ti que por eso mismo decidiste escribir... no puedes negarte. Y si quien te está sonriendo a la par que gestualiza que te abre la puerta es "la Griott", menos. Solo te queda devolverle la sonrisa, respirar y dejarte llevar.

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