Una plaza vacía. Un joven sentado conversa por teléfono. El silencio me trae sus palabras haciéndome cómplice incómodo.
AMORE
Qué injusto suena el amor,
cuando su primer nombre es "des".
O quizás las personas,
qué injustos sus besos en palabras,
qué injustos sus silencios.
Qué difícil el perdón envuelto
en un "lo siento" de ida y vuelta,
escondido tras una fría llamada
tan amarga como imperfecta.
El espacio se empequeñece,
su rostro se oscurece
y la falsa primavera,
esa en la que se envolvían,
marchita aparece.
Y en su tono de voz decepcionada,
él le pide que le devuelva la luna
que le bajó la primera noche.
Y en sus manos afectadas,
un gesto de reproche.
Se cierra el círculo
de una historia ya contada.
La plaza suena a ecos pasados,
levanta el viento susurros helados,
balada triste d'amore, banda sonora de la despedida,
y en las piedras...
y en las piedras sus lágrimas
labran un adiós consumado.
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