miércoles, 7 de julio de 2010

Dos pequeños pedazos de mi corazón en forma de relato

Hoy me siento a escribir sentimientos muy personales en forma de relato. Sentimientos profundamente unidos a mi maternidad, a nuestro periodo de lactancia materna, concretamente. Para nosotros, para mí como mujer, han sido muy importantes.

El primero de ellos, "sueños en el regazo" fue escrito esta primavera pasada. El segundo, "36 meses y 5 días" lo acabo de escribir.

Estos dos cuentecitos son muy especiales para mí. Lo son.... aun siendo sencillos y sin pretensiones.

Título: Sueños en el regazo

Érase una vez un niño.
Un niño amado, arrullado y deseado.
Un niño que desde hacía casi tres años iluminaba la vida de sus padres.

Érase una vez un niño que pensaba que el mundo era una aventura tan interesante de vivir que no se podía perder un solo segundo si no era investigándolo. El mundo estaba para desenmarañarlo y la vida para vivirla intensamente. No había tiempo para quedarse quieto.

Érase un niño, curioso, activo, vital, impulsivo.
Un niño feliz de ser niño.

Aquella mañana, sin ir más lejos, había sido médico, bombero y monstruo. Había corrido una carrera de motos, había cantado decenas de canciones. Se había acercado a dar de comer a los patos del río, y ya de paso, había pescado en su orilla con la rama más grande que había encontrado. Y todavía le había quedado energía y tiempo para pasar un rato por los columpios del parque antes de volver a casa.

Así que, cansado de tantas emociones, el niño con una sonrisa pícara dijo- “¡Mamá!, tetita en el sofá”.- Y sin perder un solo segundo más subió al sofá y se hizo un ovillo para tomar un chupito, acurrucado al calor de su madre. Poco a poco fue cerrando los ojos (ahí residía parte de la magia) hasta que se quedó totalmente dormido. Un rato después, aún en el regazo materno, empezó a dibujarse una sonrisa en su cara, cara de ángel.

Soñaba……

Soñaba que pilotaba una gran nave espacial de color plata brillante. Soñaba con un viaje a la luna, una luna de leche y estrellas de chocolate. Una luna blanca y redonda. Luna hermosa.

Luna grande.

Y de repente la luna se volvía cuna y lo mecía y era acogedora y calentita, mientras los luceros susurraban una nana tan dulce, tan dulce que el pequeño astronauta se dejaba llevar. Miraba asombrado a las pequeñas estrellitas queriendo tocarlas pero éstas, traviesas, saltaban riéndose sin parar.

Y la luna volvió a ser redonda y la leche no acababa nunca y sabía a galleta.

Mientras en su sueño seguía explorando, el niño dormido, de vez en cuando, volvía a cogerse al pecho de su madre, prolongando su sueño y sus pequeñas aventuras.

La mujer sentada, miraba con dulzura la placidez con la que descansaba su hijo mientras procuraba indicar con gestos que la casa siguiera en silencio. Siempre a su vera, siempre convencida de que el roce hace el cariño. Ambos eran un tándem, también eran uno, todo dependía de la ocasión. Lo cierto era que se amaban así, sintiéndose para dormir, al consolar y ser consolado, al alimentar y ser alimentado. Ambos bebían porque también para ella estos momentos eran alimento emocional.

Cuando despertó de la siesta en la mejor de las camas del mundo, alegre y descansado, miró hacia arriba, a su madre. Desperezándose y estirándose susurró: - “Mamá, te quiero hasta luna y volver….. y al sol y a las estrellas y los planetas”. – Y su madre, abrazándole, emocionada, le contestó: - “y yo, mi niño, yo también te quiero hasta la luna y volver. Y hasta el sol y las estrellas”.


Título: 36 meses y 5 días. Hacia una Luna Nueva

Miró al pequeño que dormía.

Cansado por la agitación del día y de tanto movimiento había caído rendido en los brazos de Morfeo. Ella se había acostado junto a él hasta que el niño cerró los ojos, agotado y lloroso. Su corazón palpitaba nervioso. ¡con lo fácil que hubiera sido dormirle unos días atrás!

Entonces un rayo de luna le llamó la atención. Parecía querer abarcarla, abrazándola. Por la ventana asomaba llena y hermosa. Salió al jardín para disfrutarla. ¡Qué bella y serena lucía esa noche!!! Luna llena, luna repleta, luna de leche, pensó con nostalgia y pena. Se llevó una mano al corazón y pensativa suspiró. ¡Cuantos sentimientos contradictorios, cuantas sensaciones desde que era madre! Y ese vínculo especial y extraordinario, tan íntimo y palpable que tanto había disfrutado durante esos meses, esos años. ¿Seguiría ahí a partir de ahora? El hilo conductor que ella sentía que palpaba, ¿se rompería o simplemente se convertiría en algo invisible? De algún modo se sentía llena y vacía. Alegre y triste. Triunfante y vencida. ¿Cómo encarrilarían esta nueva etapa que se abría para ellos? Bastarían los besos y los abrazos? Tendría que buscar nuevas palabras? Quizás nuevas caricias o nuevas canciones?

La luna era mujer, era intuición, era fertilidad. Simbolizaba el alma, el cambio, la feminidad. Su simbolismo era claro desde la antigüedad para distintas culturas y persistía en su corazón. El astro leía su corazón y le entendía. Por eso le había llamado la atención con aquel rayo de luz en la habitación. Desde su embarazo a ella se había encomendado, tal y como hacían tribus primitivas, y ella los había protegido.

Alzó la mirada y Luna Fémina, espejo de sus sensaciones, brilló intensamente en todo su esplendor. Al igual que ella, que les acompañaba noche tras noche, ciclo tras ciclo, el vínculo, el fino hilo de luz de plata que ellos habían tejido durante todo ese tiempo, se mantendría irrompible, indestructible, imborrable hasta el fin de los días.

15 comentarios:

  1. Dos relatos preciosos, dos miradas distintas a la maternidad, o no tan distintas, porque las dos reflejan un mismo sentimiento, un mismo amor, que no cambia ni puede cambiar nunca...sea cual sea el camino que se lleve.
    Precioso...

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  2. Es un lujo para los sentidos leerte. Explicas los sentimientos tan bien que cualquier madre sabe lo que dices. Me parecen unos relatos preciosos, que seguro que tu hijo, en el futuro valorará como tesoros.
    Eres una MADRE, así con mayúsculas... la que cualquier hijo desearía tener. FELICIDADES MON, por vivir así, a flor de piel la maternidad y por supuesto por compartirla.

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  3. Muchas gracias a ambas: Lola y Núria. No sé qué más deciros.... gracias por leerme.

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  4. Mon mi niña, me dejas sin palabras, sin aliento al leerte. Enhorabuena por haber sabido crear ese vínculo indestructible entre tu nano y tú.
    Gracias a ti por dejarnos leerte, es un lujo tenerte como amiga.
    Tote.

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  5. Tote... gracias.... ya sabes, en otra vida.....

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  6. Fantastico Mon me dejas sin palabras me encanta como expresas todo lo has sentido con nene.
    Un abrazo
    Soniafer

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  7. Que palabras tan bonitas, como siempre Mon.
    Por supuesto que ese vínculo seguirá ahí, aunque de otra manera. La luna seguirá arropándoos con su luz, para siempre, porque lo que habéis creado entre ambos es demasiado poderoso y bonito para que desaparezca.
    Has de estar orgullosa de haber llegado hasta aquí con la lactancia y de haber creado en tu pequeño la seguridad suficiente para que haya escogido el momento del destete. Eres toda una madraza, no lo dudes.
    Eres esa luna en la que todas nos gustaríamos reflejarnos.
    Un beso!

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  8. ay montse qué preciosos. qué te puedo decir? 36 meses y 5 días, con todas sus noches, siestas, etc etc. un vínculo invencible. felicitaciones!
    loli.

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  9. No soy madre (ni lo voy a ser) pero puedo imaginarme lo que sientes, lo he vivido de cerca. Ese vínculo es lo más fuerte del mundo e imagino que sentirlo es lo más intenso.
    Un abrazo.

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  10. Precioso, sincero, tan cercano!
    besos preciosa

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  11. Hola montseta,
    vengo del foro de Dormir Sin Llorar, al que he llegado por casualidad o tal vez guiada por mis deseos de encontrar consuelo en otras mamás. Mi tesorillo tiene sólo seis semanas pero me daría por contenta por poder dar el pecho durante un tercio de lo que has hecho tú. Precioso relato. Seguro que tu niño disfrutará un montón leyéndolo junto a ti.
    Un beso desde Italia.
    María

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  12. Qué manera tan hermosa de hablar de la maravilla de la lactancia, y sobre todo, de "enfocar" (con el foco de la luna) el destete.

    Muchísimas gracias!!! Gracias por pasarte por mi blog, y permitirme así, descubrir el tuyo.

    Un abrazo muy grande, me ha emocionado muchísimo este texto, lo imprimiré, y hoy mismo lo leeré con mi niña!!!

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  13. Gracias a ti Ileana por pasarte por aquí y quedarte. Tu blog, una compañia para mi; tus textos siempre reflexivos e impresionantes.

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  14. María, desde Italia.... disfruta, disfruta mucho de tu tesorillo y de todo lo que le das y lo que compartís...

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  15. Mon, qué cuentos más preciosos! Me sacaste un par de lágrimas... De verdad tienes una manera muy hermosa de transmitir lo que muchas sentimos con respecto a la lactancia materna.

    Un abrazo y gracias por compartirlos con el mundo :)

    Louma

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