viernes, 14 de septiembre de 2012

Aquel verano



Era un domingo de verano en el que tenía poco que hacer. A media mañana sonó el teléfono. Al descolgar oí al otro lado la voz de Mónica. Tras saludarme me dijo:

- "No creo que tuvieras la televisión encendida ayer a medianoche.... yo sí. No podía dormir. Me puse a ver un programa de viajes en el que se describía la vida en la Polineisa francesa. Tahití, Bora bora,.... un paraíso. Y mientras penasba en empezar a ahorrar para poder permitirme unas vacacioens allí dentro de unos diez o quince años, me acordé de él."

Su voz era suave, me imaginaba su cara, recordando. La dejé proseguir:

- "Alain. Era francés. Militar. Marino.

Hizo una pausa a la par que suspiraba.

- "Estaba de vacaciones en mi pueblo, con unos amigos, descansando tras unas maniobras, allí precisamente, en la Polinesia francesa.

Rubio, ojos azules, alto. No tengo nada más que una foto suya, tumbado de espaldas en la playa. Aquel verano decidí que no quería recuerdos que con los años perdieran sentido, náufragos de una vida totalmente distinta, dispersos en una memoria llena de otra gente, de otras historias, de otras circunstancias.

Fue un amor de verano. Duró algo más: apenas una pincelada otoñal, una carta y un intento de volver a vernos que dudo que realmente trascendiera fuera de esas lineas de papel. Sin embargo aún lo recuerdo de manera especial, fue de los pocos amores pasados que no me trae malos recuerdos. 

Ambos teníamos alrededor de los veinte años. Nos conocimos una noche, ya de madrugada. Él con sus amigos, yo con una amiga, la música tremendamente alta en un bar.... parece que fue ayer. Jugamos a mirarnos hasta que se acercó. Mi amiga acabó enfadada. No recuerdo bien cómo comenzamos a hablar, creo que me preguntó por algún otro lugar al que ir para acabar la noche. Acabamos sentados en el malecón, junto al mar. 

Pasamos todo el tiempo que duró su estancia juntos. Era silencioso, de pocas palabras, se ve que me atraen ese tipo de hombres. Tenía un aire taciturno. Con tiempo y distancia, sin esa alegría ni esa pasión propia de los veinte, me doy cuenta de que apenas nos conocimos pero a cambio pienso que disfrutamos de aquellos días juntos. Días de playa, noches de fiesta. Fue romántico y si nos ajustamos a aquellos precisos momentos, acotados por la realidad, sincero. Supongo que se trataba de disfrutar de cada segundo, sin saber nada más, sin preguntarse nada más, sin pensar en más allá.

Yo me enamoré. Llegó el otoño y la vuelta a la Universidad y seguía pensando en él pero la realidad se impuso, claro está. Yo lo sabía pero imaginar me parecía tan bonito. Era prolongar un verano estupendo, mantenerlo perenne.

Y hoy estoy aquí, al teléfono, recordándolo contigo unos veinte años después.... buceando en una historia pasada en la que hace siglos no pensaba. ¿Te enamoraste durante algunas vacaciones? seguro que sí. Conociéndote...Nadie te gana en romanticismos."

Sonreí. ¡Verdad, verdad! pensé.

- "Me pregunto qué habrá sido de él. Me pregunto qué vida hubiera llevado a su lado. Solitaria imagino, en la Bretaña francesa, a la espera de sus permisos, de su regreso. Me hubiera vuelto francesa. Yo.... "afrancesada".. ¿Me imaginas?.

¿Hubiera aguantado una vida en otro país con todas las peculiaridades que iban inherentes a su trabajo además? ¿O hubiera tirado la toalla años después?  Y entonces ¿Qué hubiera sido de mí?

Me he puesto nostálgica. La vida me ha cambiado... ¿o es la edad?... los años han ido pasando. Ya empiezan a ser demasiados y ese pasado que me tiene entre ñoña y nostálgica empieza a anclarse ya muy lejos.  Para ser sincera quizás lo que envidio es volver a tener veinte años...Aquella frescura, aquellas ganas de vivir, de sentir. Pensar que la vida está delante y no detrás  y que aún no he perdido el tren de nada.

¿Sabes algo? Hubo otros veranos, otros roces, otra gente... pero él... fue diferente. Misteriosamente diferente. Curioso.

Quizás debería pensar seriamente en ahorrar para ese viaje. Darme el gustazo de pisar la Polinesia francesa. Sí, en honor al recuerdo que guardo de aquel verano, por muy subjetivo que haya quedado en mi memoria."

Quedamos en vernos.... ella había abierto las puertas de mi propia memoria, de mis veranos, de mis propios amores pasados, de mis recuerdos. Amores de verano... historias muchas veces parecidas, en un contexto único que hace que se entrelacen personas y sentimientos. Sí, cierto, yo también había tenido a mi propio "Alain". 

Despedimos aquella mañana en una terraza de la costa, mirando al mar.... prometiendo que pisaríamos la Polinesia francesa en honor a todos los amores veraniegos del mundo pasados, presentes y futuros y brindamos por el placer del "dolce far niente" y  del ver la vida pasar que te ofrece la juventud.


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